Este post es la continuación de 26 lecciones de liderazgo del Renacimiento en Florencia, Parte I, y Parte 2, en los que hablamos de los aprendizajes de Cosimo y Lorenzo de Medici, entre otros actores principales de la Florencia renacentista. Hoy, finalizamos esta serie compartiendo algunos aprendizajes de otros personajes clave de la época, así como resumimos la aportación del Renacimiento para actuales y futuros líderes de las organizaciones del siglo XXI.
Lecciones del Renacimiento: Marsilio Ficino
Marsilio Ficino fue un filósofo florentino, el mejor amigo de Lorenzo, promotor de las ideas de Dante y de Platón, traductor de Homero, e inspirador de la Academia de Platón de Florencia. Y, por tanto, representa uno de los personajes clave de la época.
Su filosofía principal, como la de Lorenzo, funciona de la siguiente manera:
- Búsqueda de grandes logros: busquemos los límites de nuestras posibilidades como humanos.
- El amor por la vida: el amor, como todo en la vida, es una actitud. Evitemos la resignación. Luchemos por la vida. Evitemos el pensamiento de que todo ya está hecho o descubierto. ¡Pongámosle pasión a la vida!
- Empatía hacia los demás. Debemos dejar de lanzar demonios a los demás. Hacer el bien es un deber que nos forja como personas.
- El compromiso con la sociedad como deber individual: evitemos vivir en soledad contando dinero.
- El desarrollo continuo como personas es un deber, siempre manteniéndonos honestos con nosotros mismos. Busca la sabiduría.
“Dios nos ha creado para grandes cosas. No nos quedemos en la mediocridad”
Con esta filosofía, Ficino lideró la Academia Platónica, el club de innovadores de Florencia, que también fueron “makers”. ¡La conexión entre unos y otros les permitió innovar aún más!
Desarrollo a continuación las lecciones que se derivan de su filosofía:
#Lección 17: La búsqueda de la sabiduría
Cuando Lorenzo estuvo enfermo tras el ataque sufrido en su propia ciudad por otra familia de banqueros florentinos competidores – que, de hecho, mató a su hermano y le acabaría matando también a él –, Ficino le escribió una carta reconociéndole su capacidad de aprender siempre, de combinar su desarrollo como persona con la participación e implicación social. Esta combinación era lo que él definía como sabiduría. Es entonces cuando un hombre ha encontrado su lugar en el universo. Un líder necesita desarrollar su sabiduría, esto es: compromiso para mejorar como persona, al tiempo que se implica para mejorar la sociedad.
#Lección 18: Profundiza en las personas
Para hacer que el pueblo empatice con su líder, es necesario que éste empatice con ellos, que conecte con ellos en profundidad. Lo mismo ocurre con el líder de las organizaciones. Crea relaciones personales reales, profundas, con las personas que te acompañan en el camino. O muere como líder.
#Lección 19: Construye sobre la humildad
La pomposidad, el esplendor y el lujo no pueden representar “la verdad”. El que se exhibe como rico solo expone sus debilidades. No luches por poder o dinero. El liderazgo requiere un alma sana.
#Lección 20: Utilizar tus talentos es un deber
Ficino insistió en que el talento es algo indispensable para todo líder. Pero como líder, no puedes pensar que las habilidades son “tuyas”: si, tú las tienes, pero porque te han sido dadas, entregadas, prestadas. Tienes la obligación de utilizarlas, y traer alegría a otros con ese talento. Somos responsables de los talentos que poseemos. Ficino considera una vergüenza cuando el líder olvida su responsabilidad como líder.
#Lección 21: Lucha por unos ideales
Ficino también escribió una carta al filósofo Giovanni Pico, rival y amigo a la vez, cuando Lorenzo falleció. En esta, escribió sobre la amistad, la conexión y la verdad eterna que, para él, era basada en la lucha constante por los ideales.
Aprovechemos el libre albedrío, decía, pero no olvidemos la lucha por los ideales. Un líder necesita tener un propósito. Sé honesto contigo mismo, sigue “tu estrella”. Traducido al siglo XXI, pregúntate constantemente: ¿Cuáles son mis ideales? ¿Por qué luchamos? ¿Cuáles son los ideales de mi organización?
#Lección 22: Conecta con el lado bueno de las personas
Un líder debe conectar con los demás. Celebra sus éxitos, porque también son tuyos. Confiemos los unos en los otros. Evitemos aquellos jefes que buscan ser el dueño de los demás. Como líder, debes ser capaz de observar principalmente lo bueno que siempre hay en los demás. ¿Por qué muchas veces cerramos los oídos a la bondad en los demás, y los dejamos abiertos sólo a la mentira o a la falsedad? ¿Qué nos hace envidiar a los demás, cuando éstos necesitan más compasión que desaliento? Como líder, no busques el honor, busca sencillamente ser digno de ello.
Lecciones del Renacimiento: Michelangelo
Michelangelo es el artista multifacético, trabajador, luchador y constante, seguro de si mismo, y orgulloso, del Renacimiento. ¿Qué lecciones nos deja su historia personal?
#Lección 23: Constancia y fe en uno mismo
Michelangelo es, después de Leonardo Da Vinci, la perfecta representación del “uomo universale” ya que tenía profundos conocimientos en áreas distintas: la pintura, arquitectura y escultura. Durante toda su vida, trabajó mucho y con mucha pasión hasta convertirse en el mejor escultor (y ser reconocido por ello) de Florencia. Buscaba ganarse su nombre. Confiaba en sus habilidades, incluso cuando sus mentores no lo hicieran (hasta que llegó Lorenzo). La falsa modestia no era algo suyo, ya que era muy orgulloso de lo que hacía. Michelangelo trabajaba más que nadie, y tuvo que hacerlo sobre todo después de la muerte de Lorenzo, su defensor, para ser reconocido como el mejor. Michelangelo volvió a Florencia para terminar su obra, para ganar el concurso, contra los alumnos de Donattello, y conseguir crear su gran escultura “David”, con la que se consagró. Un líder se forja a través del trabajo duro, la persistencia y la confianza en sus posibilidades.
Lecciones del Renacimiento: Machiavelli
Niccolò Machiavelli es un personaje muchas veces mal interpretado, cuya filosofía principal se podría resumir en su realismo respecto a la actitud y comportamiento de las personas.
Machiavelli aconseja siempre a todo líder entender que la bondad y el amor normalmente no son el estado natural de las personas, sino que estos estados necesitan ser “trabajados”. Machiavelli también habla del concepto de “virtud” en los lideres, que para él se basa en dos elementos:
- Proactividad en la lucha por unos ideales (nunca se habla de Machiavelli en este sentido), pero también
- saber jugar el “juego” de la sociedad. De hecho, también vía los gobernantes como centauros: La acción para hacer las ideas realidades, contra la apatía del “ozio” (la parte de león en la figura del centauro). Estaremos arruinados cuando la búsqueda por el máximo placer y el mínimo dolor se tornar el gran objetivo de la vida.
La inteligencia maquiavélica no es más que saber leer las personas, comprender el juego social (también dentro de las organizaciones) y saber cómo gestionar las impresiones que generas en los demás. También es importante saber cómo influenciar a los demás.
Para él, un líder es una persona que puede inspirar los otros para que alcancen su gloria, liberándolos de su apatía. Machiavelli creía en realidad, por tanto, en el “buen líder”: una persona con dignidad y que no estuviera obsesionada con los juegos de poder. Juegos que vuelven, pensaba, a las personas, ciegas. Para él, el poder y el liderazgo necesitan dignidad. Por eso, Machiavelli ama a los líderes que desafían a la fortuna, lo que llama de “líderes y organizaciones leones”, que desafían el statu quo y saben cómo sacar lo mejor de la “occazzione”, de las circunstancias. En definitiva, el líder de Machiavelli es el líder digno, proactivo en la búsqueda de un propósito, que ayuda a la mejora de aquellos a los que lidera, y que además entiende el “juego social”.
#Lección 24: lucha proactivamente por tu objetivo
Ten en cuenta las normas sociales, pero, sobre todo, debes ser un “buen” líder.
Lecciones de otros grandes artistas renacentistas florentinos:
Dante Alighieri: El gran poeta italiano ya había fallecido durante el Renacimiento, pero era constantemente revisitado por las grandes mentes del período, como Ficino y Michelangelo.
Pensaban que Dante no había recibido los méritos que merecía. De hecho, promovieron sus ideas, tales como:
#Lección 25: La grandeza no será encontrada fuera, sino dentro de nosotros
De hecho, esto es lo que enseña el viaje de la Divina Comedia: debes entender por qué te pasan las cosas, entender quién eres, para poder seguir a tu estrella y crecer.
Bruneleschi y Chiberti:
Esta es la historia de dos escultores muy diferentes que competían por los mismos objetivos, y que nos deja la lección de Bruneleschi, que construyó la gran cúpula del Domo de Firenze (la más grande del mundo) tiempo después de perder contra Ghiberthi la competición en la que éste construiría las “Puertas del Paraíso”.
#Lección 26: La importancia de la flexibilidad en cambiar su propio destino
Lecciones del Renacimiento: conclusiones:
Lo que aprendemos al estudiar el Renacimiento en Florencia es que el liderazgo no es un asiento. No es un cargo. No es una posición dentro de una organización. No es una capa. No es un contrato. Es una responsabilidad, que requiere humildad.
Los líderes son de hecho los que luchan por una causa, por algo más importante que los resultados que van a conseguir. El líder debe ser capaz de preguntarse a sí mismo (y responder a) preguntas tales como: ¿Me atrevo a trabajar por algo que no veré realizado? ¿Me atrevo a trabajar por algo, aunque al realizarse, la gloria no sea mía? ¿De dónde viene realmente mi compromiso por el trabajo que realizo?
El líder de verdad necesita paciencia, visión a largo plazo y lealtad al objetivo personal. Y autenticidad.
El liderazgo es algo interno. El liderazgo es parte de tu identidad. Debes mantenerte fiel a ti mismo, porque es más importante ser diferente que seguir la norma.
Para entender si estás siendo un líder dentro de la organización, tienes que preguntarte: ¿He sido quién realmente soy? ¿Yo soy yo mismo, ahora? ¿O me dirige la avaricia o la envidia?
Somos responsables por nosotros y por los demás. Tomemos parte. Elijamos. Seremos malos para unos y buenos para otros – pero tendremos un punto de vista. Es más fácil dejarse llevar y no hacer nada. Como dice Dante, si no actuamos así, no tendremos ni siquiera el derecho al infierno: nos quedaremos en la antesala con todos los demás. Uno más.
Al liderar vuestras organizaciones (o ciudades), debéis recordar el crecimiento que tuvo Florencia en el periodo del Renacimiento.
Su éxito se basó en la conectividad, la creatividad, la colaboración (entre amigos e incluso enemigos), unos fuertes ideales relacionados con el humanismo, y una conexión cercana y profunda con la comunidad local y las personas que la componen. Todo, bajo la fuerte creencia de que el hombre está hecho para grandes cosas, y un profundo sentido del deber.