No pasa una semana sin que un Directivo o Responsable de Innovación nos venda lo innovadores que están siendo en su organización. Al alegrarnos, interesarnos y preguntar…vemos que quizás no estamos hablando de lo mismo.
Anotad. Si decimos que somos innovadores, y seguidamente hablamos sólo de:
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Número de ideas de empleados capturadas al final del año…confundimos innovación con creatividad. La innovación sin ejecución, se queda en simple Ideación.
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Número de talleres de creatividad realizados…confundimos innovación con creatividad de nuevo, incluso innovación con formación (en innovación sí, pero formación al fin y al cabo).
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Participación, esponsorización, o incluso creación de concursos de emprendedores sin repercusión en el negocio de la compañía… confundimos innovación con responsabilidad social corporativa, con Marketing o simplemente Promoción.
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Número de posts compartidos en el blog corporativos sobre Internet of Things, Big Data, Learning Analytics, o Gamification, aplicados a nuestro sector de origen…confundimos Innovación con Inspiración.
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Número de espacios colaborativos, físicos o digitales, puestos en marcha dentro de la organización… confundimos la innovación con cultura colaborativa y metodologías de gestión ágil.
Podríamos argumentar, y estaremos de acuerdo, en que los puntos anteriores son requisitos para alcanzar el mismo fin, pero estaríamos incurriendo en un grave error si lo confundiéramos con el fin, que no es otro que generar nuevo negocio (valor de mercado, o valor social), es decir innovar.
A pesar de lo que pueda parecer, la “innovación” es algo muy concreto: la innovación es generación de valor de negocio sostenido a través de la creación de nuevos o mejores servicios, productos, procesos o modelos de negocio (entre otros). Requiere que el consumidor o el usuario final de la innovación (a veces es un cliente interno) adopte las soluciones lanzadas, y que la innovación tenga un modelo de negocio sostenible.
El grado de innovación de una compañía puede medirse de muchas maneras, pero siempre se medirá en base a los resultados: mayores ventas, ingresos, márgenes, incremento de clientes, de mercados, satisfacción del cliente o usuario, generados por parte de los nuevos productos, servicios, procesos, o modelos de negocio de la compañía. Por ejemplo, Apple, el ejemplo clásico cuando hablamos de innovación, facturó el año pasado 182.000 millones de dólares, que provienen en su mayoría de innovaciones que en su día crearon nuevos mercados, como el iPad, o incluso el iPod (todavía vivo y coleando, sí). Es un modelo basado en innovaciones disruptivas cada cinco o seis años, más la mejora continua del producto y un potente servicio al cliente que mejora la experiencia del usuario en comparación con los competidores, siempre yendo por delante de las expectativas del cliente. Su estrategia es la de crear productos más atractivos y fáciles de usar que los de la competencia, y que proporcionen a sus clientes una experiencia inigualable en toda su gama de productos. Por cierto, ¿Será AppleMusic la nueva innovación disruptiva? En Spotify no piensan lo mismo, pero el potencial de que se convierta en el principal player de la industria de la distribución de música en el entorno digital es enorme, tal y como un sinfín de noticias afirman.
En definitiva, Apple es considerada la empresa más innovadora del mundo junto a Google, y es evidente que no lo es por el número de talleres de creatividad realizados in-company, ni por el número de ideas capturadas a fin de año, ni tampoco por los espacios creativos que tienen en sus oficinas o el tiempo que dedican sus empleados en pensar nuevas ideas. Lo es porque la innovación está incrustada en su modelo de negocio. La Dirección está comprometida con la innovación, porque la compañía depende y vive de ella.
Y como la innovación es algo tangible, también hay 4 cosas muy concretas que puedes hacer para conseguir que, realmente, tu organización innove con foco a negocio.
4 cosas que puedes hacer para que tu empresa empiece a innovar con foco a negocio:
1: Diferenciar la Innovación de la Investigación.
Como demuestra el informe anual de Booz & Company (ahora Strategy&) y PWC, The 2014 Global Innovation Index, las empresas que más presupuesto dedican a investigación no tienen por qué ser las más innovadoras. No se trata de invertir más en Investigación y Desarrollo, sino de mejorar el uso y la eficacia de la inversión realizada, ya sea ésta interna o externa. Mirando el listado de las 10 empresas más innovadoras del mundo, junto con el de las 10 empresas que más invierten en I+D, vemos que sólo hay una que repita: Microsoft.
El mismo estudio anual de Booz Allen y PWC demuestra que las empresas más innovadoras se sitúan de media 6 puntos porcentuales por encima de las que más invierten en I+D, en cuanto a EBITDA como porcentaje de los Ingresos (eso sí, ambos tipos de compañías se posicionan siempre por encima de la media de su industria).
[Tweet “En innovación, no se trata de cuánto inviertes en I+D, sino de cómo inviertes en I+D interno o externo.”]
2: Implicar a las áreas de negocio en el proceso de innovación.
En innovación, se trata de implicar a las personas adecuadas a lo largo del proceso. No es lo mismo lanzar una campaña interna para capturar ideas que mejoren la comunicación entre los empleados de oficinas y los de “calle”, que hacer lo mismo pidiendo soluciones innovadoras que mejoren la experiencia del cliente en pista, por ejemplo, en el caso de una estación de esquí, medible en base a satisfacción del usuario, pero también en base a nuevos ingresos generados, nuevos clientes, nuevos segmentos alcanzados…
Además: la innovación sin ejecución es sólo ideación, y para ejecutar y lanzar las ideas a mercado aunque solo sea en modo piloto, necesitamos obligatoriamente la implicación y esponsorización de las áreas de negocio (para lo que evidentemente se necesita una parte del presupuesto destinado a Negocio).
En este magnífico artículo en la Harvard Business Review, You Need an Innovation Strategy, el consultor de innovación Gary. P. Pisano comparte el caso de éxito de la empresa industrial Corning, cuya estrategia de negocio se basa en la creación de “componentes excelentes” que contribuyan a mejorar significativamente el rendimiento de los sistemas complejos de sus clientes. Lo hacen a través de Investigación, ¡pero sobretodo sabiendo convertir esa Investigación en Negocio!
Además, Negocio nos ofrecerá también la visión cliente (el valor de las ideas del personal de Ventas o Servicio al Cliente es enorme), incluso nos puede dar la oportunidad de hablar con el potencial usuario de nuestras innovaciones, recuperando feedback del usuario final que nos permitirá pivotar nuestra propuesta, adaptándola lo máximo posible a las necesidades del cliente.
En definitiva, implicar el Negocio es necesario, aunque no siempre fácil: muchos responsables de negocio sienten una aversión al riesgo y a todo lo que es nuevo. Y más si tienen que invertir. Temen una mala reacción de “sus” clientes ante la nueva propuesta de producto o servicio.
Se trata, pues, de identificar la persona de negocio adecuada y comprometida con la Innovación, que se encuentre lo más cómoda posible con la posibilidad de lanzar nuevos productos y servicios. De lo contrario, conseguiremos tener (siendo optimistas) una fantástica lista de centenares de ideas no implementadas.
3: Contrastar las propuestas con el cliente para construir y pivotar.
La principal razón de fracaso de los nuevos productos o servicios es que no cumplen con las necesidades del cliente. Hablar y observar al cliente es esencial para capturar la información clave que nos permita ofrecerle las mejores soluciones. Así que, establece procesos que te permitan poner en marcha este diálogo de forma más o menos frecuente.
Focus Groups, encuestas, formularios rápidos de satisfacción in situ, portales para que los clientes aporten ideas de mejoras, entrevistas, encuentros y eventos informales con clientes… Las oportunidades para hablar con el cliente son casi infinitas, y las empresas más innovadoras las utilizan para innovar con impacto en negocio.
No te pierdas como Ideo prueba en este caso un carrito de supermercado que facilita la vida a aquellos usuarios que van a comprar con sus niños.
4: Medir el éxito alcanzado para cada reto de innovación.
Medir el éxito del proceso de innovación es algo en lo que fallan muchas de las empresas con las que hablamos. No vale medir por número de ideas capturadas. Se trata de medir en base a impacto en negocio. ¿Hemos reducido el consumo de CO2 de nuestros productos? ¿Hemos generado un nuevo mercado? ¿Nos hemos posicionado como marca en un nuevo segmento? ¿Hay nuevos ingresos generados por parte de los nuevos productos?
Lo ideal es medir el resultado que ha tenido cada campaña o reto de innovación, incluso cada proyecto de innovación implementado, evaluando su impacto a través de:
- Indicadores transversales:
- Mejora de la productividad.
- Reducción de costes.
- Incremento de los ingresos.
- Mejora del posicionamiento estratégico de la marca.
- Incremento de la retención de clientes.
- Incremento del margen obtenido por cliente.
- Cuota de mercado alcanzada dentro del segmento al que nos dirigimos.
- Indicadores específicos: por supuesto, toda campaña tendrá sus indicadores asociados a negocio, que serán propios de la industria, sector, o segmento de mercado. Por ejemplo, si reducir el tiempo de espera en la caja es un elemento clave de satisfacción del cliente en tiendas o supermercados, este indicador será clave para evaluar el éxito o fracaso de los proyectos de innovación.
[Tweet “Si no mides tus esfuerzos de innovación, no sabes si eres eficaz. Y si no sabes si innovas eficazmente…simplemente no innovas.”]
Ya sabes, si alguna vez se te acerca un Directivo y te comenta lo innovadores que son…antes de creértelo, ¡recuérdale estos cuatro puntos!
¿Tienes otras recomendaciones para innovar con foco a resultados?
Me encantará leer tus comentarios y seguir hablando de cómo innovar con impacto en negocio, ¡así que dejas tus comentarios aquí debajo!
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