El jardín de las ideas. Plantar, regar y cuidar.
Dicen que las buenas ideas solo pueden salir de los genios creativos, aquellos pequeños elfos pensantes de otro planeta con ideas brillantes. Pues la verdad es que todo es un entrenamiento, que las ideas disruptivas no salen así como así y es un proceso el cual, siendo consciente de él, podemos viajar en este mundo creativo.
Es por ello que en el post de hoy vamos a descubrir este camino, ya que “la creatividad es un viaje y no un destino”. Pero tenemos que tener en cuenta que cualquier búsqueda de ideas nace de un problema o reto planteado.
Antes de todo vamos a poner en común las cuatro perspectivas de la creatividad:
- Acto de creación como un proceso que tiene sus pasos claramente definidos.
- Estudio de las personas consideradas creativas: aprender de su personalidad, de su nivel de inteligencia, de su aptitud e idiosincrasia.
- Creatividad en términos de los productos creados.
- Entorno en el cual ha tenido lugar la actividad que se supone creativa.
Pues bien, estructuramos la creatividad en las siguientes fases;
- Preparación activa
- Incubación pasiva o gestación
- Iluminación o visión
- Verificación o revisión
Tenemos que tener en cuenta que en cada fase experimentaremos un estado psíquico diferente, si somos consciente de ello… ¡no llevaremos las ideas a la deriva!
1. Preparación activa
Iniciamos con la fase más importante, ya que para tener buenas ideas tenemos que alimentar nuestro consciente de datos extraídos de la exploración y la observación. ¿Sabíais que el 99% de transpiración de los datos recogidos con la combinación de 1% de inspiración crea el coctel perfecto para la creatividad?
Pues bien, como podéis ver esta fase de exploración es fundamental para tener buenas ideas. En esta fase vamos a sintetizar y recoger los materiales relativos al problema en particular. Comprender la percepción del problema y acoplar la “materia prima” que va a determinar la calidad de la creatividad. La abundancia de las materias primas estimula y agudiza esta fase.
Dividimos esta fase en dos claros procesos: por un lado, tendremos que experimentar la ingestión de la información relativa a nuestro problema (observar y explorar) y la digestión de los datos recogidos para poder jugar con ellos.
En la preparación activa vamos a experimentar todos los estados relacionados con la tensión. En cualquier despego de un viaje, nos encontramos tensos, no sabemos cómo va a ir el vuelo y es por ello que vamos a encontrarnos inciertos.
2. Incubación pasiva o gestación
Una vez tenemos todo un catálogo lleno de referencias, exploraciones e observaciones es hora de alimentar nuestro subconsciente.
La atención consciente se aparta del problema y es donde el inconsciente o subconsciente estará más capacitado para atender con efectividad el problema. De esta manera libre de prejuicios, la mente puede empezar a formar una solución.
Al inspirarnos concentramos toda la energía creativa en el núcleo del subconsciente, hecho que admite todo lo que rechazaría el consciente, ya que no contiene ni límites ni barreras.
En nuestro día a día podríamos relacionar este acontecimiento con salir de la rutina, de la zona de confort, abrir la mente y adentrarnos en un camino el cual no controlamos su trazado.
Esta fase la podríamos dividir en dos pasos, primero experimentar los datos recogidos en la preparación, para después examinarlos y así estudiarlos con profundidad. Después de estos actos tendremos que dejar libre la imaginación, para entrar en la tercera fase.
En la gestación vamos a experimentar tanto la relajación de tener unos datos firmes como la frustración por no saber hacia dónde encaminaremos nuestra solución.
3. Iluminación o visión
La pura esencia de la creatividad, cuando el ser concibe ya su tan esperada idea. Momento en el cual la iluminación ha encontrado la solución de su problema. Es así como el creador utiliza palabras, formas y colores para poder expresar su inspiración.
Cuando tangibilizamos la fase de incubación mediante una idea experimentamos un éxtasi del momento, una alegría indifuminable.
Tenemos que revelar que el creador intuye cuando se le aparece una revelación, percibe y conoce el encuentro a esa idea.
Es cierto que no podemos controlar el tiempo que tenemos que dedicar a la fase de la iluminación, ya que hay creativos que en tres días pueden resolver su problema o estar toda una vida intentando encontrar la solución.
4. Verificación o revisión
Por último, el creativo se enfrenta a la realidad con su idea por delante. Tiene que validar esa propuesta con el usuario real, mediante el feedback correspondiente.
En esta fase experimentamos la intuición del creador. Esta le dice que la idea ha llegado a su punto final y, por tanto, existen pocas dudas sobre su adecuación a la realidad.
Esta comprobación determina de forma concluyente que su inspiración es posible y/o realizable. Es por ello que va a testear su inspiración, aplicando una solución piloto que pueda interactuar con el usuario (MVP, minimum viable product). Así vamos a obtener una valoración de su supuesta inspiración, adoptando las exigencias de las valoraciones.
En esta fase vamos a realizar tres pasos fundamentales para llegar a la ejecución final de la solución. Primero construiremos la inspiración para poderla mostrar a nuestro usuario y aprender de la interacción y/o feedback dado por este.
En esta última fase el estado psíquico ya se encuentra estable, ya confía y se concentra en realizar los últimos detalles. Ya tenemos el camino trazado y el avión a conseguido aterrizar con éxito a su nuevo destino.
Información extraída del libro “Creatividad y Comunicación persuasiva”, de José María Ricarte Bescós.
Fotos: Unsplash
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