En un artículo anterior, describí las fases críticas y los errores más importantes en el momento de generar proyectos innovadores en una organización con el fin de ayudar a las organizaciones que están llevando a cabo proyectos innovadores. Con la experiencia de muchos proyectos, y leyendo referentes como Clayton Christensen y otros libros clave de innovación que puedes descubrir en La Biblioteca del Innovador de SDLI, hemos descubierto que, a pesar de los esfuerzos de algunas personas motivadas, a menudo la organización no está suficientemente preparada para innovar. Además, la tasa de fracaso de la innovación es por definición muy alta. En este artículo nos centraremos en cómo el ADN del innovador puede ayudarte a superar las barreras a la innovación.
La referencia de “Innovators DNA” ha sido muy importante para nuestro equipo al desarrollar el modelo i-Flow, con el que os ayudamos en vuestra transformación organizativa para crear contextos organizativos que faciliten la innovación.
Os desgranamos este concepto, por partes …
Recordemos que el dilema del innovador nos dice que una organización tiene dos ruedas:
Para garantizar la supervivencia de la empresa, la rueda delantera (la exploración) es tan importante como la rueda trasera. Cuando una empresa no innova, acaba muriendo.
Por este motivo, es importante que nuestra organización sea equilibrada, y que exista una energía que pase las ideas de delante hacia atrás, y las oportunidades de atrás hacia delante; lo que llamamos flow.
Idealmente, una empresa debe ser lo suficientemente sólida para ser eficiente en la explotación, y bastante líquida para generar nuevas ideas. Y es en la confluencia de sólido y líquido donde se produce un estado, y se generan nuevas oportunidades. (Loonshots, Safi Bahcall)
¿Cómo lo hemos hecho para tener una organización líquida y sólida a la vez? La tendencia de las organizaciones es ser líquidas al principio, y a solidificarse con el paso del tiempo. Aquí es donde entra el ADN Innovador, donde descubrimos que en una organización debe haber dos actitudes, cuatro habilidades y una capacidad, que permitan a las organizaciones ser realmente innovadoras.
“Si no te mojas el culo, no pescarás peces”
Es evidente que, para iniciar un proceso de transformación organizacional como el que implica la innovación, es necesario contar con un líder que visualice la necesidad de cambio. (Leading the change, John Kotter)
En algunas reuniones con equipos directivos se ve claramente que no innovaremos mucho. A los pocos minutos de reunión aparecen respuestas como: “… es que la ley, la competencia, ya vendemos suficiente… etc.” Para re-evolucionar una organización hay que trascender estas barreras mentales e ir más allá. El líder debe entender hacia dónde va el mundo, la competencia, la tecnología, y rodearse de personas que puedan hacer efectivo el cambio para innovar.
“Los buenos líderes deben tener alguien al lado que les diga todo lo que hay que cambiar”
Para que el líder pueda empujar el cambio, debe tener cuidado de las dos ruedas de la bicicleta o dilema del innovador, es decir, de la explotación de los productos actuales y de la gestión de la organización, y al mismo tiempo, acompañar al equipo que debe liderar el cambio. En este espacio necesitamos una persona, que llamaremos “electrón libre”, que sea capaz de decir abiertamente todo lo que hay que cambiar, de enfrentarse al equipo directivo, de tambalear la estructura, y desafiar el statu quo.
Sin ese electrón libre, podemos hacer muchos esfuerzos para innovar, que el statu quo se encargará de parar los proyectos innovadores, o en todo caso, de hacer que terminen en pequeñas innovaciones incrementales.
Es muy importante que este electrón libre esté junto al líder, que tenga acceso directo para generar cambios estructurales que faciliten el flow.
Este electrón libre debe ser capaz de asumir riesgos. Nadie puede garantizar el éxito de un proyecto de innovación, pero sí su aprendizaje, y los resultados llegan después de hacer muchas pruebas. Este electrón libre asume riesgos, pero el líder que confía en él, y también el equipo de pioneros que se apuntan a hacer proyectos de innovación. Así que, se tiene que cambiar la cultura de la organización, hacer ver que el fracaso de un proyecto es aprendizaje, y que hay que reconocerlo como una manera de motivar, mover y hacer crecer el equipo.
Para que sea efectivo, es necesario rodear el líder de personas con habilidades para innovar. ¿Y cuáles son las habilidades que debe tener un innovador?
Al principio, se crea un equipo innovador y se potencian sus habilidades, sin haber hecho el paso previo de encontrar el electrón libre de la organización, y haber trabajado el cambio de la organización (modelo i-Flow) con la dirección.
La verdad es que encontrar personas con ganas de innovar dentro de las organizaciones es la parte más fácil y agradecida. ¡Y las hemos encontrado en todos los sectores y tipos de empresa! Eso sí, en estos equipos debe haber camino por recorrer y liderazgo para generar valor.
Entonces …
Os hemos hablado de las 20 competencias de la creatividad y la innovación en alguna ocasión, en base a toda la investigación existente alrededor de las personas creativas. Clayton Christensen las resume en estas 4:
“Si tuviera 1 hora para resolver el fin del mundo, dedicaría 55 minutos a plantear la pregunta y 5 minutos en encontrar la respuesta.”
En los equipos innovadores, debe haber personas que sepan plantear preguntas, que se cuestionen el porqué de las cosas y busquen las causas de los problemas. Los “cuestionadores” no aceptan que las cosas sean de una determinada manera, se preguntan por qué fallan y cómo pueden mejorarlas. Saber hacer preguntas exige saber evaluar, priorizar problemas y oportunidades, identificar las diferentes partes, encontrar la información relevante y explicar al resto del equipo el reto en cuestión.
“Cuando camines por la calle, intenta modificar el punto de vista, mira hacia arriba, cambia de acera, habla con alguien desconocido, y apunta qué cosas nuevas has descubierto.”
Los observadores son personas que saben mirar de forma diferente, encontrar cosas nuevas y relacionar el trabajo que hacen con las cosas que observan a su alrededor. No se les escapa ningún detalle, ven los matices, saben modificar su punto de vista, y ver elementos que no han visto antes.
Las personas observadoras son capaces de:
Son buenos en la vigilancia tecnológica, scouting, búsqueda de proyectos innovadores, o a través de la biomimética.
“Si no ves la riqueza que tienes con las personas de tu alrededor, perderás muchas oportunidades de crecer como persona”.
¿Qué red de amigos, conocidos, compañeros de estudios tenemos a nuestro alrededor? ¿Somos conscientes de la inmensa riqueza que ello supone? Los buenos “creadores de redes” saben interactuar con las personas y entidades de su entorno, pero nunca con afán de sacar partido, sino de mejorar el conocimiento y buscar oportunidades que beneficien a todos. Si somos capaces de tejer una red de conocimiento y oportunidades a nuestro alrededor pero hacer de conectores.
“Que la inspiración te pille trabajando”.
La mayoría de los innovadores utilizan una de las siguientes tres formas de experimentación:
1. Probar nuevas experiencias a través de la exploración.
2. Desmontar cosas, tanto a nivel físico como intelectual.
3. Materializar una idea a través de pruebas piloto o prototipos.
Los innovadores generan sus mejores ideas cuando adoptan uno de estos tres enfoques de experimentación.
Y llegamos a la última parte del ADN, la capacidad de asociar. No basta con tener buenas ideas, probar tecnologías, observar o establecer relaciones, si no somos capaces de ver el conjunto. ¿Qué pasa si unimos una tecnología con una idea determinada y aplicamos un modelo de negocio? ¿Qué pasa si cruzamos dos equipos y aprovechamos las sinergias que se derivan?
Aquí tenéis 4 consejos que os serán útiles para crear un buen equipo con este ADN tan importante:
Como conclusión, cuando nos damos cuenta de que los proyectos innovadores que ponemos en marcha no acaban de ir bien, vale la pena que invirtamos tiempo y esfuerzos en la creación de cultura y ADN del innovador en nuestra organización.
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