Este artículo lo queremos dedicar a todos los emprendedores sociales que sienten la necesidad de ayudar a los demás y lo hacen sin miedo a nada ni a nadie. En este caso, conoceremos el coraje y la fuerza de Aina Barca, una emprendedora social y activista en educación, que lucha por los derechos infantiles en el Nepal. Ella es fundadora de la ONG Familia Hetauda, que tiene como objetivo ayudar al desarrollo de niños y niñas con discapacidad intelectual o parálisis cerebral. Actualmente, llevan a cabo el proyecto Asha School, una escuela de educación especial que ofrece tratamiento sanitario y fisioterapia a niños y niñas de 5 a 18 años en Hetauda, en el sur de Nepal.
Antes de hablar de Aina y su proyecto vital, nos gustaría explicar qué significa ser un emprendedor social.
Los emprendedores sociales aportan ideas y respuestas innovadoras a problemas que afectan a grupos personas. Su persistencia y vitalidad provocan grandes cambios en la sociedad sin esperar que los gobiernos o las grandes empresas lo hagan.
La capacidad que tienen para convencer a los demás, los hace ser grandes reclutadores de personas, dispuestas a sumarse al cambio. Son capaces de transformar su pasión en una acción y convertirla en un proyecto real, su actitud y ambición es contagiosa.
Son superhéroes, de carne y hueso, que dedican sus vidas a mejorar el futuro de muchas personas que lo necesitan. Un referente en emprendimiento social, y creador del término, es Bill Drayton. A quien le sigue, Muhammad Yunus, Scott Harrison y nuestra protagonista, Aina Barca.
Durante su estancia, Aina se dio cuenta de que los niños y niñas con discapacidad intelectual no tenían acceso a ningún tipo de educación especial, además de unas pésimas condiciones de vida. Esta realidad supuso un punto de inflexión en la vida de la voluntaria de 21 años, que decidió prestar su ayuda para revertir esta situación.
De vuelta a Barcelona, fundó la ONG Familia Hetauda, a través de la cual pudo llevar a cabo la construcción de la escuela de educación especial Asha School. ¿Qué ha supuesto para esta joven emprender un proyecto de innovación social lejos de su casa? ¿Cómo ha (r)evolucionado su idea en un país con una sociedad profundamente patriarcal?
La hemos entrevistado para dar a conocer su historia, y que nos explique las experiencias que ha vivido durante este proyecto, las buenas y las no tan buenas.
Durante mi estancia en el voluntariado con niños y niñas discapacitados, quedé sorprendida con el trato que se les daba. No recibían atención especial y los trataban de manera injusta. De vuelta a Barcelona, no paré hasta encontrar la manera de poder ayudarlos. Un día, paseando por la ciudad, me detuve y tomé una decisión: crear una escuela para poder ofrecer educación específica, y tan necesaria, para este tipo de niños. Cuando llegué a casa, empecé a buscar información sobre cómo fundar una ONG. Lo hice y le puse el nombre de Familia Heutada.
Lo primero que hice fue comunicarlo a mi familia. En el primer momento, no encajaron muy bien la noticia, pero yo lo tenía tan claro, que tiré hacia adelante y llevé a cabo mi idea. Me puse a trabajar, y lo que ganaba lo guardaba para los fondos de la iniciativa. Es evidente que con ese dinero no podía ir muy lejos, así que tuve que aprender a buscar aportaciones para el proyecto. Esta fue una de las partes más complicadas al principio. Después de unos meses dedicándome a trabajar con los pilares de la organización, llegó el momento de trasladarme al sur del Nepal, concretamente a Hetauda.
Empecé a construir la escuela sola, y me encontré con una sociedad muy machista y racista con los extranjeros. Esta primera barrera cultural fue bastante traumática ya que, en algunos momentos, tuve problemas con algún que otro personaje…Tuve que lidiar con amenazas, coacciones y abuso de poder hasta que puede construir la escuela. A este hecho tan desagradable (y otros), tuve que hacerle frente y encontrar soluciones para tirar adelante el proyecto. Nada me asustó, y pude superar los obstáculos que me iba encontrando en el día a día. Al cabo de un tiempo, se sumaron algunos voluntarios que me ayudaron a hacer realidad la escuela.
Al principio fue difícil convencer a las familias con niños discapacitados, ya que no creían que se pudiera dar una educación para ellos, pero con esfuerzo y persistencia, actualmente hemos conseguido ofrecer nuestros servicios a más de 44 niños. Otra parte importante del proyecto son los voluntarios, como los profesores que nos ayudan a cubrir las necesidades de la escuela.
La financiación pasa por una cuota que nuestros socios colaboradores aportan al mes de manera altruista. La creación de actividades y eventos también nos permite recaudar dinero para el proyecto. Aprovecho esta entrevista para hacer un llamamiento a otras personas que nos quieran ayudar a seguir trabajando para estos niños. Lo podéis hacer en nuestra web, dándoos de alta en el registro de socios o, hacer una donación de manera directa. Quiero recordar que todas estas aportaciones tienen la posibilidad de desgravar hasta un 50% en vuestra declaración de la Renta.¿Se pueden hacer voluntariados en la escuela?
Todas las personas que quieran realizar una estancia como voluntarios lo pueden hacer, ¡claro que sí! De hecho, es una de las cosas más importantes para nosotros. Nos es muy difícil reclutar profesionales preparados en educación especial en Nepal y también con estudios relacionados. Buscamos personas voluntarias del sector social, educativo y fisioterapia: Maestros de educación especial, psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, etc. Todos los que quieran, pueden contactarnos directamente por correo a voluntarios@familiadehetauda.org
Básicamente seguir creciendo con la escuela y el número de niños que podemos asumir. Siempre dependerá de los voluntarios con los que contamos y de nuestra comunidad, que nos aporta lo necesario para avanzar. Nos hemos fijado un nuevo reto: la construcción de una residencia especial para estos niños ya que, muchos de ellos, tienen que hacer muchos kilómetros cada día para llegar a la escuela. Creemos que será un gran complemento a nuestra escuela, y para ello, necesitamos captar unos 60.000 €. ¡También aprovecho para solicitar donaciones para esta construcción tan necesaria!
El propósito de SDLI es (r)Evolucionar a personas y organizaciones para impulsar la Sociedad de la Innovación, que se caracteriza, entre otros, para incorporar el impacto social y ambiental positivo en la gestión empresarial.
Por eso, os animamos, como ya hemos hecho nosotros, a contribuir a la causa de Familia Hetauda. Aina ha demostrado ser una verdadera Mindshaker y por ello ya forma parte de la (r)Evolución. Hemos de añadir que escribió un libro donde explica su proyecto y sus vivencias “Asha o la fuerza de la esperanza“, ¡no te lo pierdas!
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