Es probable que conozcas a muchas personas que estén insatisfechas y desconectadas de su trabajo. Esto tiene mucho que ver con la forma en que la sociedad está organizada y, principalmente, con el impacto que la revolución digital tuvo en las relaciones humanas.
Los modelos jerárquicos atendían bien el contexto de Revolución Industrial, pero son insuficientes para la demanda actual, de hecho, es común que las compañías (principalmente las grandes corporaciones) encuentren dificultades en acompañar las evoluciones tecnológicas y de conciencia. Por suerte, hay algunas que han podido actualizar su estructura organizacional por medio del desarrollo de formatos de liderazgo horizontales y modelos organizacionales innovadores. Pero cuando el tema es la autogestión, todavía existen muchas dudas y desconfianzas.
La autogestión (que significa administración autónoma), es el uso de cualquier método, habilidad y estrategia a través de las cuales los trabajadores gestionen sus tareas y recursos autónomamente. Es decir, empoderar los individuos para que cumplan objetivos por sí mismos, sin la necesidad de agentes de validación intermediario (o sea, los gerentes).
Para empezar, es importante clarificar que la autogestión no es una falta de estructura ni de reglas (ya que eso resultaría un fracaso organizacional). No podemos romper la pirámide jerárquica y sacar a los jefes sin repensar la reestructuración de los procesos vitales de la empresa. Por eso, es imprescindible que las tareas sean redistribuidas entre todos los participantes, de manera que los del top de la pirámide ganen más tiempo (ya que su carga de trabajo disminuye) y la base más autonomía y agilidad (ya que no tendrán su trabajo controlado por supervisores directos). En este modelo, lo importante es que los trabajadores encuentren sus tareas de especialidad y alcancen sus metas personales, haciendo que la empresa también logre las suyas.
Para comprender como el modelo funciona en la práctica, os presentamos la compañía californiana Morning Star, que procesa más tomates que nadie en el mundo y tiene un sistema organizacional completamente horizontal. Hans Younce, trabajador de la empresa, dijo en una entrevista para la BBC que: “La gran máquina de tomates tiene que alimentarse y yo estoy aquí para mantenerla funcionando. No necesito que alguien me diga qué repuesto tengo que comprar. ¿Quién sabe mejor qué se necesita que la persona que está arreglando la máquina? Así que no tenemos un agente de compras”, agregó. Para conocer un poco más a fondo cómo funciona el día a día en la empresa, os dejamos un pequeño documental (en inglés):
Morning Start, una compañía americana que apuesta por el modelo de autogestión
Sin embargo, la transición no es sencilla. Es importante que el proceso sea una jornada de aprendizaje individual y colectivo. De hecho, las empresas que operan sin gerencia tienen que invertir mucho más en entrenamientos que las que siguen modelos tradicionales. Y no solo para enseñar la técnica a sus trabajadores sino también talleres de comunicación, solución de retos e interacción social – solo así podrán superar problemas rutinarios y mantener una buena dinámica entre los equipos.
Aun así, la libertad y la autonomía pueden paralizar a aquellos que fueron educados en cadena de mando y control (profesionalmente o educacionalmente), pero la sociedad está cambiando y si no repensamos los modelos tradicionales de trabajo, no mejoraremos las tasas de felicidad profesional (que solo en España, 78% de los trabajadores se declara descontento con su trabajo). Es importante saber que existen soluciones y que los sistemas horizontales funcionan cuando se aprende a lidiar con fricciones y cuando comprendemos que el error es parte fundamental del crecimiento.
Si te interesa el tema, échale un vistazo a los siguientes enlaces:
Cómo funcionan las empresas que se deshicieron de los gerentes, por BBC
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Revolución en el management: decálogo y manifiesto de la empresa rebelde, por SDLI
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