(síntesis atrevida del libro “Nexus”, de Yuval Noah Harari)
La verdad es que desde la publicación de Sapiens y Homo Deus, me he convertido en un lector de la obra de Yuval Harari, de quien también vale la pena escuchar sus opiniones sobre temas de actualidad. Siempre me ha gustado la historia, y me tiene cautivado ver cómo un historiador, desde el análisis de hechos del pasado, es capaz de definir escenarios de futuro, hasta convertirse en asesor de gobiernos y compañías tecnológicas para definir qué escenarios de futuro nos puede traer la IA; esto es lo que llamamos “Future Thinking”.
En este nuevo libro, Nexus, Yuval Noah Harari ofrece una lectura potentísima sobre cómo las redes de información han sido —desde el principio de los tiempos— la fuerza que determina la evolución humana. Lejos de ver la historia como una secuencia de invenciones e imperios, Harari la resignifica como una larga transformación de los sistemas con los que generamos, almacenamos, procesamos y difundimos información. Cada salto tecnológico en esta red —de la oralidad a la IA— ha transformado radicalmente la manera en que se organiza el poder, cómo colaboramos y cómo decidimos el futuro.
De las tribus orales a la burocracia: cuando la información se volvió duradera
Durante milenios, la humanidad vivió en redes pequeñas y frágiles, basadas en la comunicación oral. La memoria colectiva era limitada; las normas y mitos solo existían mientras alguien los recordara. En este escenario aparecen las primeras grandes innovaciones de información: la escritura.
Harari destaca especialmente el impacto de las tablillas de arcilla de la antigua Babilonia. La escritura no solo servía para contar grano: permitió crear burocracias, estructuras capaces de administrar territorios complejos, recaudar impuestos, controlar poblaciones y garantizar continuidad más allá de la vida de un líder. La burocracia es, en palabras de Harari, una de las tecnologías de información más poderosas de la historia.
Religión vs. ciencia: dos maneras opuestas de gestionar información
Otro momento clave es la aparición de las religiones basadas en libros sagrados. A diferencia de la ciencia, estas estructuras de información son inamovibles: los textos son verdades eternas, sin mecanismos de autocorrección. Esto las hace extremadamente útiles para crear identidades colectivas estables y amplias —imperios enteros—, pero también las convierte en sistemas rígidos, incapaces de adaptarse rápidamente.
En el otro extremo, la ciencia supone una revolución conceptual: la información ya no es estática, sino un proceso de autocorrección permanente. La duda, la experimentación y la falsabilidad se convierten en motores del progreso. Es un modelo mucho más adaptado a entornos cambiantes —y, según Harari, el secreto de la espectacular expansión moderna.

La impresión, el telégrafo y la revolución de los flujos de ideas
La historia de Occidente no se entiende sin la imprenta, que acelera la difusión de ideas y democratiza el conocimiento. A partir de aquí llegan otras tecnologías que multiplican la velocidad y el alcance de las redes de información: el ferrocarril, el telégrafo, el teléfono… Todas ellas amplían el radio de coordinación humana y transforman la economía, la cultura y la política.
Estas tecnologías son, en gran medida, las que acaban configurando las democracias y dictaduras del siglo XX: formas de gobierno pensadas para sociedades industriales con flujos de información todavía limitados pero crecientes.
Y hoy, la IA: una red de información ajena a nuestra biología
La pregunta central de Nexus es inquietante:
¿Pueden las estructuras políticas y sociales del siglo XX gobernar un mundo dominado por una IA capaz de procesar, generar y manipular cantidades de información imposibles para un ser humano?
Harari describe la IA como un “ente inmaterial”, un nuevo actor que:
• Procesa información a escala inhumana
• Genera conocimiento de manera autónoma, sin supervisión humana directa
• Influye de manera sutil en opiniones, emociones y decisiones
• Puede llegar a comprender el comportamiento humano mejor que nosotros mismos

Si las redes de información siempre han reconfigurado la sociedad, ¿qué tipo de sociedad creará esta nueva red que ya no está limitada por la biología, ni por la mortalidad, ni por el ritmo humano?
El dilema final: cooperación o concentración del poder
Al final del libro, Harari plantea varios escenarios posibles para el futuro de la IA y nos envía un mensaje muy claro:
el futuro aún no está escrito, pero lo que elijamos ahora determinará cómo será la sociedad que emergerá.
Como en otros momentos de la historia, las nuevas tecnologías de la información pueden llevarnos a:
- Un mundo cooperativo, donde la IA amplifique las capacidades humanas y nos impulse hacia una nueva etapa de progreso compartido.
- O un mundo dominado por élites reducidas, donde la concentración de poder tecnológico provoque desigualdades extremas —o, en el peor de los casos, ponga en riesgo el futuro de nuestra especie.
¿Y ahora qué? El momento de actuar es ahora
Si algo hemos aprendido del pasado es que las redes de información siempre reorganizan el poder. No hacer nada implica dejar que otros decidan.
Por eso Harari insiste: la humanidad debe gobernar el desarrollo de la IA desde el principio, con regulaciones, instituciones, ética, supervisión y participación social. Igual que hicimos con la escritura, con la ciencia o con la imprenta.
Porque la verdadera pregunta no es si la IA será poderosa:
lo será.
La pregunta es si ese poder ayudará a expandir nuestro potencial colectivo —o se convertirá en la red de información que, finalmente, nos supere y nos sustituya.
Conclusión: El futuro aún no está escrito
Harari nos recuerda que las redes de información siempre han redefinido la sociedad. La IA no será una excepción. La cuestión clave no es si tendrá poder, sino quién lo controlará. La humanidad debe actuar ahora para asegurar que la IA impulse un futuro cooperativo y no uno de dominación tecnológica.
Nota: este artículo ha sido escrito en el momento de acabar el libro, y lo he hecho de la siguiente manera: he tomado las notas de la lectura y los elementos que más me han impactado y he redactado un prompt de dos páginas, del cual la IA me ha generado este artículo y los gráficos.





